que gane el mas mejor

engel navia · debate

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Reseña del libro

¿qué hacer para mejorar la calidad de la educación? ¿cómo enfrentar la discriminación en el mundo del trabajo? ¿cuál sistema debe reemplazar al sistema binominal? ¿por qué están tan desprestigiados los partidos políticos? ¿cómo mejorar las jubilaciones? según eduardo engel y patricio navia, autores de que gane el más mejor, la respuesta es simple: necesitamos más competencia. en este libro, el economista y el cientista político abordan los temas más candentes de la discusión pública actual, señalando la necesidad de emparejar la cancha, para que todos los jugadores tengan igualdad de oportunidades y se genere una provechosa competencia. si en el mundo la palabra competencia está vinculada a inseguridad, en chile probablemente su connotación sea aún más negativa. asociada históricamente con la irrupción de los chicago boys en el régimen militar, los chilenos tendemos a identificar la competencia con la ley de la selva o la falta de solidaridad. en este libro, los autores revisitan el concepto, otorgándole otra significación: un sistema de reglas del juego que lleva a una sociedad donde priman los méritos, haciéndola más justa y eficiente en la adjudicación de roles. política, educación, el mundo laboral, monopolios, consumidores y la apertura al exterior. con un lenguaje sencillo y abundantes ejemplos sacados de la realidad nacional, este libro describe cómo funciona la competencia en cada una de estas áreas, dejando al descubierto las falencias y proponiendo soluciones. comentario tito matamala: el modelo de economía que rige el país, sumado a la seguridad de los índices macro y a cierta soberbia que padecemos al compararnos con los fracasos de naciones vecinas, ha generado una falsa idea de que en chile prevalece una sana competencia en todos los ámbitos del quehacer. además, desde hace 17 años se eligen autoridades ejecutivas y legislativas en procesos democráticos transparentes, y la participación ciudadana ha sido una de las consignas más repetidas con que se distingue el actual gobierno. sin embargo, insisto, es pura imagen. y en la lectura de “que gane el más mejor. mérito y competencia en el chile de hoy” (editorial debate), nos queda muy claro en qué está fallando el país, y cómo las desigualdades y privilegios persisten entre nosotros como signos indesmentibles de nuestro subdesarrollo, y de la hipocresía de la sociedad. los autores - patricio navia y eduardo engel - proponen una original e irrebatible definición de democracia: aquel sistema de gobierno que asegura que los partidos políticos pueden perder las elecciones. fíjese que es al contrario de lo que uno cree, porque existen numerosos casos de falsos regímenes democráticos que siempre aseguran el triunfo de una colectividad o una persona, como cuba, o como el méxico de la época del pri. la gracia es la posibilidad cierta de perder, y que la derrota de unos pocos no signifique el colapso del sistema. pese a los cuatro triunfos seguidos de la concertación en las presidenciales, chile se atiene a ese modelo de democracia que asegura perdedores, pero hasta ahí no más. tanto por la legislación como por la mecánica de los partidos políticos, no está garantizada la igualdad en la opción del alcanzar el poder. es impensable que un candidato independiente acceda a la moneda sin el apoyo de las corrientes políticas, ni siquiera puede comenzar una carrera hacia el sillón presidencial por los múltiples obstáculos económicos y legales. y al interior de las colectividades las irregularidades quedan a la orden de las llamadas máquinas de poder, que impiden el ascenso de nuevas caras no emparentadas con los viejos caciques de la política nacional, o que brillen con ideas propias. tal vez la única realeza vigente en chile sea la de aquellas familias de apellidos ligados al servicio público. en la política no impera la competitividad, sino la inmovilidad: todos se empeñan en mantener el statu quo, porque cualquier cambio de engranajes puede amenazar los nichos del poder. la prueba fehaciente de ello es la forma cínica y demagógica con que se ha discutido por quince años el cambio del sistema binominal en las elecciones legislativas. poco a poco se ha revelado que ni la concertación ââ– con la enorme carga de su discurso crítico ââ– pretende un cambio, porque no le beneficiaría. entonces, la discusión del sistema binominal será siempre estéril, y sólo un elemento distractor de la opinión pública. no sólo en política. las últimas revueltas de colegiales, aun cuando hayan sido desmedidas e inconcientes, demostraron que existe una dramática desigualdad en el acceso a la educación en chile, y que ââ– contrario a cualquier proyecto de superación del problema ââ– el sistema tiende a aumentar la brecha entre colegios ricos y pobres. aquel muchacho que egresa de un colegio particular tiene muchas más posibilidades de ingresar a la universidad y más tarde conseguir un buen empleo. en esta etapa de la vida de un ciudadano, el estado debería garantizar igualdad de oportunidades, y sabemos que no lo ha conseguido. no sólo en educación. en el deporte de alta competencia los chilenos tampoco pueden sostenerse y surgir por sus capacidades y habilidades físicas. fenómenos como los tenistas marcelo ríos, nicolás massú y fernando gonzález, son posibles sólo por el apoyo financiero de sus familias. el libro de navia y engel consigna casos de talentosos muchachos que debieron declinar en sus carreras ante la incapacidad de sostenerse en la onerosa etapa de novatos, antes de los suculentos premios en las grandes ligas. no sólo en deportes. en todos los ámbitos se demuestra que estamos muy lejos de la meritocracia, puesto que chile sigue siendo el reino de los privilegiados, de los apitutados, de los amigos de un amigo, de los apellidos largos y de la plutocracia. libro ameno, profuso en ejemplos, que gane el más mejor se lee como una extensa columna de opinión. a ratos, tal vez sin querer, provoca risas porque deja de manifiesto el enorme manojo de prejuicios y torpezas chilenos.

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