Reseña del libro "El Sexo de las Piedras"
La radiación es la propagación de una energía, inclusive a través del vacío. Emisión y transporte que pueden resultar, a la vez, en un riesgo: por el esfuerzo desmesurado que convocan y por la imposibilidad de controlar todos sus efectos: “Imagen de la belleza puesta a parir // la memoria como náusea // la memoria como radiación”, leemos promediando El sexo de las piedras, y los tocos de papeles a un lado y otro de esa mitad son como “la luz en la entrepierna que se abre”, dejando caer gotas de sentido, de “sangre láctea”. Más adelante, leemos: “Hay que ser absolutamente… peligroso”. Esta última línea está entrecomillada: puede ser de Fernando Araldi Oesterheld, el autor de este libro publicado por Mansalva, o puede ser de Diana Oesterheld, su mamá, de quien encontró papeles manuscritos inentendibles pero también otros mecanografiados de los que tomó versos para diseminar entre sus versos. O del escritor e historietista Héctor Oesterheld, su abuelo, de quien encontró algunos cuentos y también los trajo a las páginas que pacientemente, durante muchos años, construyó. Inclusive antes de empezar a escribirlas. Él (Fernando) no se va a encargar de señalar con el dedo a nadie, ni siquiera a sí mismo: la única línea que completa su información de solapa es tan concisa y contundente como ese otro gesto. O quiz&aa