El Rastreador es conocido a lo largo y ancho de los trece reinos por tener un don, un olfato que le permita encontrar lo que no quiere ser encontrado. Acostumbrado a tratar solo, es contratado como parte de un grupo de cazadores con una única misión: hallar el rastro de un niño perdido. A lo largo de un viaje que lo llevara por tierras inhóspitas y enfrentarse a todo tipo de criaturas que buscan frustrar su objetivo, el Rastreador empieza a preguntarse: ¿Quien es realmente ese niño? ¿Quien impide que sea encontrado y lo más importante: ¿Quién dice la verdad y quien miente en esta partida en la que todos, reyes y vendedores de esclavos, mercenarios y demonios, brujas y charlatanes, tienen sus propios intereses.