Reseña del libro "Physique du Rôle: Recuerdos Desordenados de un Hystrio"
Los hechos pasados siempre nos llegan a la memoria de forma desordenada, parcial y fragmentados, llamados por la pasión o las circunstancias de cada momento. Este libro, que no sabría como calificarlo, porque no son las Memorias Chateaubriand, ni la Autobiografía Winston Churchill, ni las Confesiones de San Agustín, sino simplemente los “recuerdos desordenados de un hystrión”, es un laberinto por el que Carlos La Rosa nos va a conducir anacrónicamente a lo largo de su vida de actor. Una vida que comienza cuando comienza todo: “Nací en... (...) el verano que Perón asumía la presidencia”. Luego, los recuerdos saltan al año 1953, y después a 1993, para volver a 1954 y llevarnos, de repente al 2001..., y así hasta hoy, dentro de esa lógica laberíntica donde los recuerdos acuden al conjuro de los sentimientos. Como el caballo del ajedrez, saltando de escaque a escaque, La Rosa va destrozando el orden del tiempo, limpiando de brozas los caminos del laberinto que le llevan a España, a Italia, a Francia, a Canadá, a Colombia y a darse encontronazos con la vida, con los éxitos y los fracasos, con los amigos y enemigos, con las verdades y la mentiras de teatro y con la doble vida del actor que, entre bambalinas y telones, nos va a desvelar lo que hay debajo del maquillaje, debajo del disfraz, de la mascara del actor, que no es más que el hombre desnudo que se enfrenta a su destino, como en el mosaico que representa a Teseo en medio del laberinto luchando a muerte con el Minotauro. “No me quejo, -dice en el prologo poético- al fin y al cabo, esto que he sido, lo conseguí en duras fintas con la vida”.